Posibles efectos secundarios

Señor Mostaza en Galileo Galilei (02.11.08)

Un extraño domingo a media tarde. Haciendo tiempo con lo más absurdo que pudimos encontrar en un Vips. No parecía el día en el que veríamos un gran concierto... Lo del ratón que pedalea cuando tecleas no fue suficiente y aún tuvimos que beber algo de la forma más pobre, pero con mucho estilo, caminando sin sentido. Ya dentro de la sala todo seguía pareciendo bastante extraño, un concierto sentado puede parecer aburrido, y el sitio se llenaba tan lentamente que se quedó a medias. Pero una cerveza y un sillón ayudan a asimilar cualquier cosa y, ya con todo en orden, sólo faltaba que el teclado de ahí en medio encontrara dueño. Y salió Luis Prado con disimulo, para luego amenazarnos con canciones, un futuro ebrio y serias depresiones. Entonces sonó No sé perder, Me gusta tu actitud, Regresos inesperados, Video Killed the Radio Star (!)...

Por fin un sonido a la altura, perfecto. Si viene un experto en acústica y me da una paliza, me dolerá, pero lo entenderé. Yo no entiendo nada de esto, pero no se me ocurriría pedir algo mejor. Alucinante. O eso, o una impresión demasiado subjetiva de la que tienen la culpa la banda que tocó esa noche, Señor Mostaza. Una apisonadora con forma de melodía perfecta. Si no queda más remedio que etiquetar, para mí esto será pop con mayúsculas, limpio, fuerte y absorbente. E inteligente. No sabría decir si la forma de ser del cerebro de la banda supone un valor añadido a la calidad del grupo y sus canciones o es, simplemente, el principio y el fin, la causa. Porque todo tiene el sello con su estilo. Muy posiblemente “todo lo que puedas contarme, está dicho ya”, y poco queda por escribir, y no hay nada verdaderamente distinto, pero si este grupo no enriquece la escena musical española, me hago ermitaño.

Texto de Bruno Corrales