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Power pop acústico contra la nostalgia

Los Hermanos Dalton en Ramdall (02.10.10)

Por fin, tras verse obligados a cancelar una fecha el pasado mes de julio debido a la buena marcha de la selección española en el Mundial (no todo fueron alegrías), el pasado sábado 2 de octubre Los Hermanos Dalton regresaban a Madrid en concierto. Lo hacían presentando su cuarto álbum, el quinto si contamos el disco en directo publicado en el año 2000. Esperando una señal, que así se llama su nueva entrega, llegó a parecer por momentos el Chinese Democracy español pues, grabado en 2002, fue finalmente autoeditado a finales del año pasado. Casi una década de aparente inactividad en la que realmente nunca se fueron pero que llevó a pensar a muchos que su vida sobre el escenario había terminado. Afortunadamente, no ha sido así.

La cita era en la sala Ramdall, en realidad una discoteca de mediano aforo en la que con algunos trucos se emplazó un buen escenario. Los instrumentos, presididos por un bombo de batería adornado con una gran “d” esperaban a sus dueños y la gente iba llegando poco a poco. Pasados unos minutos, el ambiente ya anunciaba que aquello estaba a punto de comenzar, y no tardaron en salir del camerino y atacar con Brilla el sol, uno de los mejores temas de su último álbum. Los Hermanos Dalton prepararon para esta gira una formación diferente, predominantemente acústica, con los tres hermanos: Josema (voz y guitarra), Carlos (batería) y Jesús (bajo y armónica), junto a dos nuevas incorporaciones para el directo, Octavio Perondi a la percusión y Benji Montoya al acordeón, la guitarra o la mandolina. Comprensivos con el público, deseoso de guitarras y bajo eléctrico, explicaron que aquello era lo que en ese momento les había apetecido, esperando de todos modos transmitir la energía de siempre

Como no podía ser de otra forma, las dudas se fueron disipando a medida que el concierto avanzaba, en el que se podía notar cómo la banda se iba calentando hasta alcanzar momentos del todo emocionantes. Un En la multitud que por momentos parecía languidecer en acústico no era más que un espejismo despejado con Los Latidos de Siempre o Ya lo sabes, grandes temas de su primer disco. A raíz de ellos, no dudaron en agradecer el importante apoyo que en su momento les brindó el periodista Julio Ruiz, presente en la sala y visiblemente emocionado, pues fue el primero que puso sus canciones en la radio desde Disco Grande, su veterano programa en Radio 3.

Amantes de las versiones, Los Hermanos Dalton no desaprovecharon la ocasión y, como prometieron, adaptaron varias canciones de Tom Waits, Leonard Cohen o Lou Reed, perfectas en formato acústico. Llévame lejos de aquí o En el autochoque confirmaba que la noche estaba dedicada a Esperando una señal, su nuevo y al mismo tiempo viejo disco, más reposado que sus anteriores entregas. Aún así, hubo tiempo para todo, y recuperaron ya clásicos como Espejos que no devuelven las miradas, tema compuesto para la banda por José Ignacio Lapido, Qué gran día o Mis manos, que precedieron a Frecuencias, posiblemente el tema más tranquilo que han grabado y con el que ofrecen un interesante contrapunto a lo que es habitual en su repertorio

Una nueva adaptación de Tom Waits, en este caso incluso con letra traducida, y la siempre emocionante Una noche más cerraban la primera parte del concierto. Tras ello, quedaron sobre el escenario solamente Josema y Carlos, que junto a Octavio Perondi interpretaron Mil Kilómetros y Hallelujah, retomando a continuación su nuevo álbum con Vuelvo a ser yo y Todo o nada. Ya de nuevo con todos juntos sobre el escenario, tuvo lugar un alucinante fin de concierto que comenzaba con Perdiendo el tiempo, el único tema de ¡¡¡Crash!!!, su álbum con mayores revoluciones, que rescataron para la ocasión. Después volvieron a superarse en el terreno de las versiones, escogiendo esta vez nada menos que Whiskey in the Jar y el Boys don’t cry de The Cure. Power pop acústico que terminó a lo grande, con ese ejercicio de estilo y descarga de adrenalina que es Vacié el cargador sobre ti, con el que pusieron punto y final. El público, satisfecho durante poco menos de cinco minutos. Y es que es necesario decirlo, queremos más.

Texto y fotografía de Bruno Corrales

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