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En el valle del rock

II La Granja Festival en Auditorio Municipal de Daimiel (23.06.12)

El pasado sábado, La Granja Festival daba un pequeño pero importante paso hacia adelante, hacia su consolidación, decidida a convertirse en un referente musical anual en La Mancha. El festival organizado por La Casa con Ruedas, hiperactiva asociación cultural con base en Daimiel, Ciudad Real, mantuvo intactos sus valores originales durante esta segunda edición con el claro objetivo de desmarcarse y gozar en un futuro no muy lejano de una personalidad definida, siempre en torno al rock en sus vertientes más folk y country. Con el partido de España convertido en el mayor dolor de cabeza de la organización debido a la coincidencia de horarios, el festival arrancaba a las nueve y media de la noche con La Penúltima Banda. Mientras tanto, en los camerinos esperaban bandas como Smile, Los Deltonos y Sparkle Gross, un cartel breve pero ilusionante y coherente. En total, los asistentes al Auditorio Municipal de Daimiel disfrutaron de 6 horas de música en directo en las que Los Deltonos, estrellas del cartel, demostraron no solo encontrarse en plena forma, sino quizás en su mejor momento. Los cántabros, con más de 20 años de trayectoria, son ya considerados unos clásicos del rock de nuestro país, hecho que otorga aún más mérito a su firme decisión de no vivir de las rentas, dignificando así el oficio en uno de los peores momentos para dedicarse a esto de la música. 

La Penúltima Banda
Exigentes con ellos mismos y con nuevo disco bajo el brazo, la banda liderada por Hendrik Röver maravilló al personal gracias a una técnica depurada a través de los años. Pasada la medianoche, Los Deltonos salían al escenario con la intención de poner rápidamente las cosas en su sitio. Sonaba Repartiendo, el contundente tema que abre su penúltimo álbum, Buenos Tiempos. En adelante, se hizo evidente la importancia de la reorientación estilística de la banda en los últimos años, con la atención fijada en el rock y en el folk más puramente americanos. 

De esta forma, canciones de tono funk como es el caso de Como decía yo cobraban otra dimensión, aceleradas e incluso mejoradas en el directo. De todas maneras, el grueso del concierto estuvo formado por las canciones de su última época, haciendo vivir grandes momentos a los asistentes con temas como El espíritu de la montaña, la firme declaración de rock and roll actitud que es Discotheque Breakdown o Gasoil y Chocolatinas, evidente seña de su reciente espíritu folk, recibida con emoción por el sector más apasionado del público. Cómodos sobre el escenario, Los Deltonos daban también cancha a sus temas más antiguos comenzando por Nadie me conoce y continuado en un doble bis por la siempre añorada Soy un hombre enfermo, la intensa Hard luck blues, una genial Todavía no sabes mi nombre o Escucha, con la que tras hora y media de concierto se despedían definitivamente, entre solos de impresión y la constatación de encontrarnos ante una banda de primera clase con todavía mucho que aportar.

Hendrik Röver (Los Deltonos)
Pero volvamos atrás, al inicio temeroso de un festival que cercano a su pistoletazo de salida competía nada menos que con la Eurocopa de fútbol, evento que todo lo monopoliza y que une al menos pensado al sillón de su casa o a la barra del bar. A eso de las nueve y media de la noche, no solo los franceses sufrían a manos de la selección española. Una víctima colateral, el rock and roll, luchaba por salir adelante bajo un molesto sol que decidía morir matando. Los encargados de abrir la segunda edición de La Granja Festival eran unos viejos conocidos de la organización, que en su papel de estudio de grabación ha registrado su primera referencia discográfica. Procedentes de Tomelloso, La Penúltima Banda serían los encargados no solo de romper el hielo, sino también de representar a los grupos de la zona en un festival que además de encargarse de traer a formaciones que de otra manera no llegarían a la localidad se muestra comprometido en la necesaria retroalimentación de la escena musical, apostando por bandas aún no establecidas. Un cometido que La Penúltima Banda afrontaría con seguridad y sobrada dignidad, presentando las canciones de su primer disco, Acciona el mecanismo. El grupo liderado por “Plancha” dejaba una gran impresión a las decenas de personas que decidieron anteponer la música al deporte. 

Canciones como Aguaceros, Átame, Laberintos o el tema que da nombre al álbum, que arrancaba con el elegante órgano Hammond de “Buitre”, seña de identidad de la formación, daban buena cuenta del buen gusto desplegado por esta banda, heredera precisamente del sonido de bandas como Los Deltonos y otros clásicos recientes del rock español como Los Enemigos. En su repertorio encontramos además un nuevo vínculo a La Casa con Ruedas, que registraba hace dos años un tributo a Buenas Noches Rose. La Penúltima Banda se encargaba de Diez palabras de amor, perteneciente al primer disco del desaparecido grupo madrileño, que en directo supieron llevar sin complicaciones a su terreno con algún verso prestado de Andrés Calamaro.

John Franks (Smile); Pablo Z (Los Deltonos)
Tras ellos, instalada la noche definitivamente, llegaba el folk rock de Smile, una de esas bandas que aciertan de pleno desde su propio bautizo. El grupo liderado por John Franks, con base en Getxo y ampliado en los últimos tiempos hasta los cinco músicos en directo con incorporaciones como las de Daniel Merino, dejaba a todos boquiabiertos el pasado año con un disco de altura. All roads lead to the shore demostraba la evolución de una banda marcada a fuego por la faceta más positiva y soleada de Paul McCartney y otras claras influencias como The Band, Tom Petty o The Byrds. Temas ya básicos en su repertorio como All he needs o Do as I want hablaban por sí solos, dando un salto de calidad al propio festival. Sonaba Let go justo cuando el ambiente en el auditorio empezaba a hacer justicia al cartel, a una hora en la que ya no cabían más distracciones o excusas. Llegada la medianoche, Smile abandonaban el escenario cual cenicientas para dar paso a Los Deltonos, no sin antes mezclarse entre el público y volver a dejar patente su gran clase revisitando el Ohio de Neil Young, redondeando así su paso por La Granja.

Llegados a las dos de la mañana, tras la gran experiencia vivida y el consecuente consumo de energía con el grupo de Hendrik Röver, cualquiera podría pensar que la noche llegaba a su fin. Pero no, todo lo contrario. Era el momento para los más valientes amantes del rock and roll de la mano de una joven banda que llega pisando fuerte. Los madrileños Sparkle Gross saltaban al escenario para dar buena muestra de lo que llevan dentro, una mezcla de rock y soul con sobrada energía, sudor y testosterona. Con todavía escasos temas propios, su directo se centraba en las versiones. Versiones, eso sí, del tamaño del Don't let me down de The Beatles o del Rock me baby popularizado por B.B. King. Perfectos para poner fin a una intensa noche.

Sparkle Gross

Ante la avalancha de festivales clónicos, exageradamente estandarizados e impersonales, eventos como La Granja suponen un oasis donde la música se sitúa muy por encima de otras prioridades. Organizada por un pequeño grupo de personas conscientes de la complicada aventura en la que se embarcan, citas como las que propone La Granja resultan honestas y transparentes. En su caso concreto, y a pesar de contar solo con cuatro bandas, el criterio, el buen gusto en la selección y el trato irremediablemente cercano otorgan un convencimiento y una tranquilidad que no puede llevar sino a una justa fidelidad. 

Texto de Bruno Corrales
Fotografía de Amanda Tijeras

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