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Xoel López: "Toda la música que ha pasado por mi vida se queda de alguna manera"

El pasado mes de abril llegaba a nuestras manos Atlántico, la materialización de un decisivo punto de inflexión en la trayectoria vital y artística de Xoel López (A Coruña, 1977). Tras conocer el éxito independiente y comercial bajo el sobrenombre de Deluxe, el músico gallego rompía con todo y se establecía en Buenos Aires. Desde allí, numerosos viajes y vivencias en el continente americano le han llevado a abrir horizontes en lo musical, reinterpretando su propio sonido y dejándose sorprender en todos los sentidos. Lo que comenzaba siendo una huída temporal con billete de vuelta se convertía en una experiencia de más de tres años en un continente del que, queda claro, todavía tenemos mucho que aprender. Rock Sumergido tuvo la oportunidad de charlar telefónicamente con él tras una agotadora jornada de ensayos con las que el gallego se prepara junto a su banda para afrontar una larga gira veraniega. Esto es lo que nos contaba.

Empecemos por el momento de ruptura con tu trayectoria anterior. ¿Cuál fue el detonante?
Sinceramente, no hubo “click”, no hubo un día en el que tomé la decisión. Lo hablaba con Juan de Dios hace poco, pensé que el ritmo de Deluxe y cierta velocidad de trabajo, giras y entrevistas podían ir en detrimento de mi vida personal e incluso de mi música. Podría ser, digamos, un inconveniente. Empecé a pensar en parar y tenía dos objetivos principales, sueños que tenía desde hacía un tiempo: irme a un lugar y vivir allí, cambiar de aires. La sensación de cambiar, de buscar una nueva experiencia y una nueva vida. Buenos Aires y Nueva York eran dos ciudades a las que me había prometido volver con más tiempo. Y como tenía claro que quería estar un tiempo en ambas ciudades me fui dos meses a cada una. Y cuando te vas no sabes realmente cuando vas a volver, la aventura empieza pero no sabes donde acaba. Finalmente me quedé en Buenos Aires como sitio fijo, seguí viajando por toda América y al final pasó todo lo que pasó. 

Hablas de un ritmo anterior que te podía llegar a perjudicar. La preparación de este disco ha sido totalmente diferente, ¿no? ¿Te imponías plazos o dejabas que todo surgiera de forma natural?
Es cierto que no tenía una fecha de salida. De hecho, en realidad lo fui retrasando un poco porque en un principio la idea era haberlo sacado hace más tiempo, y haber sacado también el DVD de La Caravana Americana. Me propuse hacer las cosas sin prisa y no sacar nada hasta que estuviese totalmente reposado y finalizado, que yo sintiese que estaba como para editarlo. Ha sido la vez que más tardé en sacar un disco y también la vez que más tardé en grabarlo. No en cuanto a cantidad de horas en el estudio sino en cuanto al espacio entre la primera parte de la grabación y la segunda. Fue muchísimo más relajado que con los anteriores. 

¿Te fuiste con la idea de volver con algo como esto o simplemente necesitabas marcharte?
No, para nada. De hecho, cuando me fui pensaba que iba a volver pronto. No sabía que iba a condicionar mi música ni que iba a abrir una etapa nueva, tampoco que me iba a encontrar con todo lo que me pasó. Aunque realmente supongo que de alguna forma lo provocas tú o lo buscas inconscientemente, pero yo realmente me fui para volver pronto. Mi idea era estar como mucho un año o así, y al final mira. Pero como casi todo en la vida, uno no puede planear a largo plazo.

¿Crees que, en el futuro, este momento de tu carrera será algo puntual o quizá el comienzo de un nuevo camino, tan duradero y válido como el que has tenido hasta ahora?
Bueno, no puedo saber lo que va a pasar porque la vida al final te sorprende. A lo mejor te digo que va a ser de una manera y luego resulta que es todo lo contrario. Yo lo que he aprendido es a dejarme sorprender, a no preestablecer lo que va a ser o lo que debería ser porque, bueno, en mi caso mi música siempre va a reflejar una realidad y la realidad de mi vida va a depender mucho de lo que me vaya sucediendo y de las circunstancias de cada momento. Yo creo que toda la música que ha pasado por mi vida, ya sean los Who, los Small Faces, los Beatles, la música venezolana, cubana o puertoriqueña, se queda de alguna manera. Entonces, quizás es un camino abierto, una puerta abierta. Diría que es como añadir nuevos ingredientes al mismo potaje

No es que hayas dado entonces la espalda a un estilo.
No, no le doy la espalda a nada. Creo que todo lo que entre musicalmente hablando como algo innovador en mi música se quedará de alguna manera. Aunque mañana haga un disco de jazz, habrá mucha de la música que haya hecho en el pasado. Si hago un disco de rock and roll o de heavy metal, pues supongo que estará muy condicionado por todo lo que he hecho en el pasado, por lo que soy y por lo que he sido. Y está bien que sea así. 

Has presentado ya muchos discos pero, ¿el hecho de que la preparación de Atlántico haya sido más reposada te aporta mayor seguridad en este aspecto? Siendo canciones más maduras, que has tocado ya muchas veces.
Lo que sí que noto es que el hecho de haber tocado las canciones muchas veces antes de grabarlas me dio más seguridad. El hecho de haberlas trabajado con calma, habiéndolas matizado mejor. Con Deluxe, sobre todo en la última etapa, a veces me pasaba que grababa casi a disco por año y me quedaba pensando que alguna canción no me convencía del todo... Que tenía que haberle hecho algo, cambiando alguna frase o lo que sea. Ahora no me ha pasado eso, lo que está es lo que quería hacer. Quizá pueda dejar de gustarme una canción porque cambie de gustos, al cambiar de estilo, pero realmente creo que es la vez que más en armonía estoy con lo que presento. 

A bote pronto destaca en Atlántico una instrumentación novedosa respecto a lo que has hecho hasta ahora, incluso los coros. En definitiva, los músicos de los que te has rodeado. ¿Ha habido mucho de dejarte aconsejar y dejarte sorprender?
Sí, ha habido mucho de descubrimiento. Muchas cosas las he descubierto in situ, incorporándolas a mi música de forma directa, tocando con gente. Cuando trabajas con percusionistas directamente ellos también te aportan, te enseñan un poco lo que son sus instrumentos. Todo eso se nota. Es un disco muy marcado por la percusión, pero en realidad la percusión no es mas que el origen de la batería. No debería ser algo tan llamativo, lo que pasa es que estamos muy condicionados. En el mercado musical casi todo es batería y guitarra eléctrica, y como este es un disco que estéticamente recurre a otras músicas pues es verdad que llama un poco la atención. Y luego lo que dices tú, mucho coro, es cierto. Tiene que ver de alguna manera con ciertos folclores del mundo en general. 

Pero quiero puntualizar una cosa porque creo que es muy importante. Podemos hablar, como hemos hecho ahora, de los coros, podemos hablar de los estilos de latinoamérica, de los folclores, de lo que tú quieras, pero al final es un disco con doce canciones. Es decir, creo que las canciones están muy por encima de las estéticas musicales en el disco. Las canciones podían haber sido tocadas con percusión, con guitarra eléctrica, guitarra acústica, piano... Para mí las canciones son lo primero. Me parecería un poco injusto darle demasiada importancia a cómo las he grabado, quitándoles la importancia que tienen.

En la rueda de prensa que ofreciste en Picnic para presentar tu nuevo disco ante los medios dijiste que durante este tiempo has tenido la oportunidad de acudir a clases de guitarra y de percusión, pero a mí me sorprende también tu voz. ¿La has educado de alguna forma durante este tiempo?
No he ido a clases de canto si te refieres a eso, pero sí ha pasado una cosa. Primero, que he dejado de fumar, y eso es muy importante porque te da más dinámica, más amplitud. Te aumenta la escala, llegas incluso más alto y de alguna manera tienes la voz más clara, con más riqueza tímbrica. Va a hacer dos años que lo dejé. Y también hay otra cosa: pasé de tocar con una banda en festivales de pop rock, siempre bastante alto de volumen, a tocar mucho en casa con la guitarra española, de aquí para allá, viajando un montón. Digamos que me encontré un poco con mi voz en un contexto menos hostil. Creo que eso también influye mucho en que haya habido una evolución en la voz, para bien o para mal. Es verdad que hay un cambio, hasta me lo dice mi madre: “tienes registros de voz nuevos, cosas que no te había oído”. Pues sí, si tengo que buscar una explicación supongo que serán un poco esas dos cosas.

Vas a estar en varios festivales este verano, ¿crees que será un repertorio fácilmente adaptable?
Sí. Sinceramente, pienso que es lo mismo. Piensa que voy a ir con una banda de siete personas en el escenario, haciendo todos los coros, todas las canciones... Todo. Creo que es un disco que se puede adaptar fácilmente a un festival, a un garito y a lo que haga falta. Al fin y al cabo son canciones, no hay que hacer techno o rock and roll para tocar en un festival.

¿Hay alguna historia que se pueda contar acerca de la máscara con la que apareces en la portada del disco? Me he dado cuenta de que ya aparece anteriormente en un videoclip de Lovely Luna, una de tus bandas paralelas.
Pues mira, eres la primera persona que se dio cuenta (risas). Efectivamente. No hay ninguna historia especial ni nada, pero es muy curioso porque es una máscara que realmente no compré en América. Es una máscara venezolana que está en mi casa desde que yo era niño. Ese vídeo lo rodamos un año después de que yo me fuese a América. En el rodaje hay una foto de Lola García en la que salgo yo con la máscara. Cuando la ví le dije a Lola: “tienes la portada del disco”. Aunque realmente luego hicimos otra foto, una segunda lectura que terminó siendo lo que es ahora la portada, bastante metafórica de alguna manera: Xoel desnudo pero con la máscara americana. Tiene incluso cierto grado de realismo con ese desnudo con pelos de sobaco, algo que a mucha gente hasta le puede parecer un poco grotesco pero que mí me parece que representa muy bien lo que es el disco, que es un disco muy real. Digamos que no hay photoshop. En el disco hay pelillos, en el disco hay sobacos (risas). Fue una cosa que se planteó cuando mandamos la portada: “Oye... un poco fuerte lo de salir con los pelos del sobaco”. Pero es que el disco es así. Si alguien no va a querer escuchar el disco porque no es lo suficientemente fino o estético, pues que no lo escuche. 

En este sentido, aunque refiriéndonos estrictamente a lo musical, ¿has tenido miedo a que antiguos seguidores no entiendan este cambio?
Buf, es que claro, yo no puedo meterme en la cabeza de la gente que va a escuchar el disco. Prefiero pensar en positivo, en la gente a la que le va a gustar, la gente que va a descubrir algo o que va a encontrarse con música que ya conoce. A lo mejor hay gente a la que no le gustaba Deluxe y le engancha este disco. Por mi experencia, por todos los cambios que he ido haciendo siempre en mi carrera y en mi vida, creo que siempre pierdes algo y ganas otras cosa. En el momento en el que yo haga la música que mis fans quieren oír dejaré de ser honesto con lo que yo quiero y empezaré a ser una especie de marioneta del público.

Llama la atención la forma de componer una canción como Buenos Aires, que según aseguras creaste durante un largo período de tiempo, completándola poco a poco. 
Es curioso porque como no sabía que me iba a quedar tanto tiempo en Buenos Aires la empecé a escribir y en un principio la di por terminada pensando que representaba lo que había ido allí a buscar. Cuando me fui quedando sentí la necesidad de ir remodelándola. Le fui añadiendo capas a medida que me iban pasando cosas diferentes, cuando el motivo de mi llegada iba cambiando. Nunca me había pasado eso de escribir una canción por trozos. Sí me ha pasado lo de escribir una canción y luego pulirla un mes después. O incluso meses después, pero lo que es cambiar una palabra por otra, quitar una parte que no te gusta o añadir algo en concreto.

Por tu experiencia reciente en América, ¿crees que allí se vive la música de otra forma?
Yo creo que España es un país tradicionalmente muy musical. De hecho, parte de lo que es América es en parte legado de lo que es España. Bueno, eso no lo digo yo, es una realidad, la conexión cultural entre América y España es una relación histórica obvia y directa empezando por el idioma. Lo que pasa es que yo creo que en América quizás la música está más al orden del día, en cada esquina. Allí todo o casi todo el mundo toca un poco la guitarra, me da la impresión de que son más atrevidos. Nosotros somos un poquito más cohibidos, quizá le tenemos excesivo respeto o demasiado miedo a la crítica. No sé muy bien a qué responde pero yo creo que la gente es más suelta allí con la música. 

Ahora con internet es posible acceder a millones de canciones en un instante. ¿Crees que esta posibilidad se está aprovechando bien o por el contrario puede llegar a estresar o a provocar que escuchemos música peor que antes?
Yo he visto que desde que hay internet y hay un acceso total a la música, un montón de gente disfrutamos de ella felices. Por ejemplo, con Spotify es increíble cómo puedes pasar de escuchar Bruce Springsteen a música africana de principios de siglo. Yo qué sé, eso es acojonante. Te permite saltar de un sitio a otro o hacer aleatorios con música muy diversa. Digamos que favorece mucho la diversidad musical y el acceso directo es siempre para bien. Lo que pasa es que también puede ser un caldo de cultivo para el coleccionismo de datos, y si la música no se escucha con cierta profundidad creo que pierde sentido. Entras en una especie de... Eso, no sé, coleccionismo. A mí lo que me gusta es la música, no necesito ni siquiera conocer muchos grupos, con escuchar dos discos buenos me llega. 

¿Estás hasta el momento contento con cómo ha sido recibido Atlántico?
Si hubiesen dos personas en el mundo a las que les gustara el disco ya estaría contento. Mi felicidad no puede depender de que le guste a una o a un millón. Obviamente, tengo que sentirme satisfecho con lo que representa el disco respecto a lo que es mi vida. Creo que me expresé bien y que a mí me sirvió para sacar cosas de dentro. Luego, si le gustan a dos o a un millón, no es cosa mía. En este caso la verdad es que la gente lo está recibiendo bien. Me alegra mucho ver que la gente está siendo mucho más abierta, con mucho aperturismo mental. Me gusta pensar que a la gente le apetece escuchar cosas diferentes y que no tiene prejuicios. Me da la sensación de que, al menos el público que yo conozco, el mío digamos, es gente con una sensibilidad parecida a la mía. Obviamente, el tiempo no pasa en balde. La gente es más abierta con 35 que con 17. Con 17 estás en una movida y dices: “me gusta esto y punto”. Y cuando te sacan de eso todo te parece una mierda. 

¿Crees que el Xoel del pasado se escandalizaría si escuchara este disco?
Pues sí. Pero realmente... Me acuerdo perfectamente de una conversación con un primer grupo que tuve, que se llamaban Los Covers. Recuerdo que dije: “Ahora estamos haciendo esto pero yo no sé si a lo mejor dentro de un año estamos haciendo garage puro, o tal”. Como diciendo que yo ya notaba por los pocos años que llevaba tocando que siempre necesitaba cambiar. Sentía que evolucionaba de alguna manera, era un poco consciente de que mi música podía cambiar radicalmente de un día para otro. No me podría imaginar jamás haber llegado a esto. Haber hecho este disco, por ejemplo. Es una cosa que, en ese momento, con 17 años, no me imaginaba, pero sí que me esperaba cualquier cosa. Y ahora me pasa. Podría tener una carrera más continuista y más parecida a lo que estoy haciendo pero tampoco me extrañaría si de repente saco un disco completamente diferente, de jazz o, no sé, instrumental. Por lo que me conozco, sé que podría llegar a lugares que no imagino ahora.

Texto de Bruno Corrales

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