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"Perdón por existir", de Iñigo Coppel

Perdón por existir (Good Sounds, 2007)
Iñigo Coppel

Aviso estar escribiendo esta reseña bajo el efecto de las primeras veces. Y ni siquiera llegué una vez hasta el final del disco, pero la impresión fue tan buena que lo haré todo a la vez. Perdón por existir es el primer disco de Iñigo Coppel, artista procedente de Getxo y residente en Madrid, anteriormente en bandas como Bosco el Tosco y su Puta Banda, Daniel Merino y Familia o Zodiacs, grupo que abandonó para no dejar de lado sus inquietudes en solitario. Visto el resultado, y a pesar de que Zodiacs haya evolucionado y sea ahora una banda más que prometedora, editando grandes discos como el 3, 2, 1... Zodiacs del pasado año, no pudo ser una decisión más acertada. Perdón por existir, Editado en 2007 por Good Sounds y distribuido por El Diablo! es un disco con sabor americano que recoge lo mejor del rock en castellano. Iñigo Coppel cuenta con una voz poderosa y una personalidad propia, lo que para nada es un decir una obviedad.

Un debut más que interesante en definitiva, sorprendente por su frescura. Destaca al instante el segundo tema, Lidia (no te cases con él), un rock and roll que se te mete en la cabeza sin remedio. Y aunque muchas veces sean injustas las comparaciones, tanto para las fuentes como para el aludido, quizá esta vez funcionen como cumplido y no como falta de originalidad. La actitud de Iñigo Coppel, sin pelos en la lengua, puede recordar a Burning, quizá a Los Enemigos. Cuenta además con un sentido del humor en sus letras pocas veces visto, cercano posiblemente a otro artista emergente como Óscar Avendaño. Con sangre, el tercer tema, nos lleva a la dupla Loquillo-Sabino Méndez, con esa mezcla de melancolía y templanza. Perdón por existir es un álbum bastante variado, en el que ni la rumba Mi pacto con Satán, en la onda de las canciones más festivas de Los Rodríguez, desentona. Nada, intenso tema de guitarras desgarradas, nos remite a un sonido cercano a la primera época de Buenas Noches Rose y Casi muere tú recuerda al Ariel Rot más macarra. Con un sarcasmo que nunca abandona durante el disco, Coppel remata su debut con Primera y última canción de amor, la canción más intimista del disco. Eso sí, con trampa.

Iñigo Coppel ya se ha convertido en alguien a tener en cuenta. Todo se limita a descubrirlo si no lo has hecho ya.

Texto de Bruno Corrales

1 comentarios :

Pol dijo...

Pues tras leer esto sólo me puedo preguntar. ¿Por qué no lo he escuchado todavía?

Buena reseña Brunel, no puedes imaginar lo orgulloso que estoy de tu blog :)