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La noche del hombre que sabía demasiado

José Ignacio Lapido en Caracol (08.10.11)

Solo habían pasado diez meses desde su última actuación en Madrid, pero aquí estaba de nuevo. José Ignacio Lapido llegaba junto a su banda a la capital para presentar De sombras y sueños, el sexto disco de su carrera en solitario. Llegados a este punto resulta obvio y prácticamente innecesario referirse a él como a un ex 091, pues la carrera de la mítica banda, tanto desde un punto de vista temporal como teniendo en cuenta su producción discográfica, puede ya igualarse sin problema a la desarrollada por Lapido en solitario. El músico granadino, a pesar del desgaste acumulado fruto de una profesión tan dura, impredecible y en ocasiones tan ingrata, se encuentra en un estado de madurez y lucidez espléndido. Y por lo visto el pasado sábado 8 de octubre en Caracol, todo apunta a que el tiempo no hace más que jugar a su favor.

Su repertorio en solitario es ya muy amplio y jugoso, convirtiendo las canciones de los añorados 091 en guiños y concesiones al público más nostálgico. Pero el mayor logro de su colección de canciones es la impresionante calidad media de ellas. Si hay un público que no entraría en cólera por la ausencia de esos dos o tres éxitos convencionales en los directos, posiblemente sería el de José Ignacio Lapido. Las visitas del músico andaluz a Madrid son siempre sinónimo de éxito, pero este concierto suponía un reto. Durante los últimos años Lapido y su banda se habían abonado a la sala El Sol y en esta ocasión daban un salto en cuanto a capacidad, recalando en Caracol. Además, el precio de la entrada en taquilla llegaba a los veinte euros, lo que podía llegar a alimentar las dudas. Unas dudas que pronto se disiparían, con una sala repleta de seguidores y varios grupos de incondicionales rozando el lleno. Habiendo esperado solamente lo necesario, se abría el telón de la sala de Embajadores y sonaban las primeras notas de Escrito en la ley. Nos esperaban más de dos horas de concierto que la banda supo hacer cortas, doble bis incluido.

Como era de esperar, las canciones de De sombras y sueños fueron predominantes. Prácticamente pudimos escuchar el disco entero, viviendo grandes momentos con temas como En medio de ningún lado, Olvidé decirte que te quiero o Paredes invisibles. Como todo disco que realmente merece la pena, De sombras y sueños exige reposo y tiempo para ser completamente descubierto. En este sentido, ampliar la gira y repetir noche en varias ciudades cobró todo su sentido. Pero también pudimos ver cómo siguen siendo importantes las canciones de En otro tiempo, en otro lugar y Cartografía, sus dos discos anteriores, destacando irremediablemente canciones como La antesala del dolor o Cuando el ángel decida volver, cantada en un principio por el público.

Pero más allá del propio Lapido y sus canciones, destaca inmediatamente su banda de acompañamiento, que por duradera puede casi considerarse fija. Aunque de las composiciones del también llamado poeta eléctrico destaquen por encima de todo sus letras, Lapido nunca ha abandonado su sonido. Puede haberlo depurado, estilizado, pero solo hay que acercarse a su obra más reciente o verle unos segundos en directo para comprobar que la actitud sigue intacta. A ello contribuyen en gran parte sus dos extremos sobre el escenario. A su derecha, Victor Sánchez, guitarrista que no solo acompaña y cubre a Lapido para su lucimiento, sino que alterna responsabilidades con varios momentos de gloria incluídos. A su izquierda, Raúl Bernal se encarga del teclado, fundamental en la carrera de Lapido en solitario. Completan la banda Popi González a la batería y Paco Solana al bajo, quien también supo encargarse de la armónica en la espectacular La canción del espantapájaros.

De los nunca suficientemente valorados 091 sonarían en Caracol hasta cuatro temas más: Zapatos de piel de caimán, Otros como yo, Esta noche y Espejismo Nº8, con la que han acostumbrado a cerrar cada concierto. Eso sí, todas ellas adaptadas en su mayoría al sonido de la banda. Y es que la coherencia es sin duda uno de los mayores valores de José Ignacio Lapido, alguien no propenso a recorrer ni el camino fácil ni el ya desgastado, que sigue luchando en tiempos difíciles únicamente con nuevas canciones y grandes directos, escogiendo la honestidad.

Texto de Bruno Corrales
Fotografía de Pablo Cantó

1 comentarios :

GB dijo...

detallada crónica, que no por detallada ha caído en el error de ser pesada.
gran título que define el texto y al artista.

¡enhorabuena!