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El valor de la sencillez

Coque Malla en Espacio para el Arte y la Cultura de Aranjuez (18.02.12)

Hay vida más allá de de la capital. Por suerte, los buenos planes no son una exclusiva del centro de Madrid y, en ocasiones, el esfuerzo de tener que desplazarse está más que justificado. El pasado sábado 18 de febrero, el auditorio del Espacio para el Arte y la Cultura de Aranjuez acogía en pleno día de Carnaval una nueva propuesta del Ciclo Pop, una serie de conciertos gratuitos organizados por December Producciones que en esta ocasión ofrecía la posibilidad de ver a Coque Malla en un formato especial por íntimo y cercano. Incluso el horario fue diferente. A las ocho de la tarde, arancetanos y visitantes ocupaban con rapidez las 186 butacas disponibles, dejando con las ganas a varios seguidores y a los curiosos propios de todo evento gratuito. Con todo listo, el concierto no se hizo esperar. De riguroso negro a excepción de un característico chaleco gris, Coque Malla se hacía dueño de un también sobrio escenario, dispuesto a presentar su nuevo y personal álbum en un entorno ideal.

El lugar prometía ser más que propicio para ese cometido, pues Termonuclear, el que es ya el cuarto disco en solitario del antiguo líder de Los Ronaldos, se convertía desde su propia concepción en un valiente paso adelante en su carrera. Tras La hora de los gigantes, heterogéneo y completo disco de rock, Coque Malla decidía explorar un terreno mucho más personal, plagado de detalles propios de su vertiente más teatral y de sus incursiones en la poesía. A primera vista, lo más destacable de aquella tarde era sin duda la solitaria presencia del músico sobre las tablas. Y es que en aquella ocasión no solo no le acompañaba Mac Hernández al bajo, tampoco lo hacía Nico Nieto, del que se acordaría constantemente ya fuera de broma o gracias a la costumbre. El guitarrista argentino es desde hace años mucho más que un miembro de su banda, es su mano derecha tanto en giras como en grabaciones.

De esta forma, con el único apoyo que le ofrecía su guitarra, comenzaba a sonar Despierto, primer tema de su citado nuevo disco. Cómodo sobre el escenario, ante un público silencioso y sumido en la oscuridad, Coque Malla decidía continuar presentando sus nuevas canciones. Temas de la intensidad de La Carta o Termonuclear calaban con fuerza en un espacio escénico totalmente favorable para ellas. A cada minuto que pasaba quedaba un poco más claro que el madrileño ha sabido evolucionar con elegancia, encontrando un lugar propio en un estilo en el que combina garra y delicadeza, jugando con el contraste y especialmente con los silencios. Subidas y bajadas propias de canciones como la sentida Puede ser.

Un concierto corto que sobrepasaba a duras penas la hora de duración, pero en el que se creaba una atmósfera agradable e incluso participativa por parte del público, al que el artista pedía con éxito simular el imprescindible arreglo de trompeta de Déjate llevar. En adelante el repertorio daba un giro completo y el músico madrileño se lanzaba con canciones más antiguas como la exitosa No puedo vivir sin ti, Berlín, She's my baby e incluso una versión del Rosa's Motel de Las Ruedas, veterana banda a la que no dudó en reivindicar. Llegaba el momento de los bises, uno típico y esperado volviendo a Termonuclear e interpretando canciones como El barco y Lo intenta; y otro autoprovocado por el músico, que con buen humor y prueba de la comodidad allí reinante instaba al público a pedir más, saltándose lo establecido para aquella tarde-noche. Pasadas las nueve de la noche, Coque Malla desenchufaba la guitarra y cerraba su concierto con Una moneda entre un respetuoso y agradecido silencio. Pequeños lujos por los que sin duda vale la pena moverse.

Texto y fotografía de Bruno Corrales

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