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Una combinación explosiva

Nu Niles + Los Tiki Phantoms en El Sol (10.02.12)

Ni teloneros ni teloneados. Ni rastro de incoherencia o de mal gusto. Dos actores principales en plenitud de condiciones. El pasado viernes 10 de febrero, la sala El Sol acogía un cartel que si ya parecía acertado a priori, en la práctica resultaba realmente demoledor. Nu Niles y Los Tiki Phantoms, dos bandas tan dispares como compatibles, llegaban de la mano a la capital para hacer las delicias tanto de los puristas más conservadores como de los simples amantes de la música con dos conciertos equitativos en duración e intensidad. Los Tiki Phantoms, quizá el grupo español que más cerca está de ser un sinónimo total de fiesta, cedía acertadamente el primer lugar a unos barceloneses Nu Niles en plena forma tras la edición de su quinto álbum en 2011. Pasadas las diez y media de la noche, Blas Picón, Ivan Kovacevic y Mario Cobo saltaban al escenario con la difícil tarea de calentar un ambiente en principio frío ante un aforo que a esa hora era todavía escaso. No fue aquello gran traba para ellos, pues directos y contundentes atacaban un repertorio que arrancaba con trallazos de la talla de Shot, shot, shot o You didn't come to my funeral, tema con el que terminaron de despertar al respetable. Y la noche solo acababa de comenzar.

Mario Cobo (Nu Niles)
Con una base centrada en estilos como el rockabilly, el country y el rhythm & blues, una actitud irremediablemente punk y un bagaje de cuatro LP's en sus primeros diez años de vida, Nu Niles daban en 2009 el paso definitivo hacia el castellano adoptando además una mayor apertura de miras siempre en el sendero del rock. El pasado año se sacaban de la manga un concreto pero sobresaliente disco homónimo que ahora presentan, un disco que se convertía en su segundo trabajo totalmente en nuestro idioma y con el que no hacían más que superarse, hecho que demostraban inmediatamente con canciones como Para qué esperar o Bajo tu colchón. En esta noche madrileña compartida con Los Tiki Phantoms, Nu Niles decidían otorgar casi todo el protagonismo a sus dos últimos trabajos. Así, sonarían temas como Despierta, Tramposo y mentiroso, Cada día o Un solo botón, recuperando además para la ocasión clásicos de la banda como El crujir de tus rodillas o Who needs ya? con la que se despedían definitivamente. La banda de origen catalán puede presumir de ser un grupo convincente y creíble. Tatuajes, pose y rock and roll actitud de manual, pero un plano musical a la altura de las circunstancias, destacando en escena un Ivan Kovacevic imponente al contrabajo.

Cercana la media noche llegaba el turno de Los Tiki Phantoms. Llegaba el momento de las congas multitudinarias, de las colchonetas y de las bolas de playa. Era la hora de los malabarismos musicales con la firma inconfundible de una banda de enmascarados que en ocasiones parecen jugarse realmente el físico sobre el escenario. Su directo, totalmente estudiado, resulta más que efectivo. La fórmula se basa en un notable surf instrumental, siempre al servicio de un frenético espectáculo totalmente festivo que no ofrece tregua alguna. Un elección y un carácter que por definición puede llegar a ensombrecer la propia labor musical de la banda, y es que Los Tiki Phantoms quizá puedan parecer menos eruditos que otras formaciones patrias como Los Coronas o Imperial Surfers, pero de ningún modo pertenecen a una segunda división. A las canciones de Los Tiki Phantoms y el ejército de las calaveras y Los Tiki Phantoms regresan de la tumba se unían equilibradamante las de su último álbum, Mueven el esqueleto. Bala de plata, El hombre gamba o Tridente encajaban a la perfección en un homogéneo repertorio formado también por temas como Vulcan, Muertos y furiosos o Qué mujer! Como sorpresa de la noche, Mario Cobo volvía al escenario para unirse a la estrafalaria banda y lanzarse con una versión del Teenage kicks de los Undertones, poco antes de que Los Tiki Phantoms coronaran la noche con su celebrada versión de Take on me y cerraran hasta nueva orden con temas de su primer álbum como Mundaka o Guatiki. Díficil olvidar una noche así.



Texto de Bruno Corrales
Fotografía de Aitor García

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