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José Ignacio Lapido: "Me siento afortunado de poder seguir tocando"

El pasado 14 de abril, José Ignacio Lapido comenzaba en Córdoba una peculiar gira ideada para desarrollarse únicamente en teatros y auditorios. Málaga, Granada y Sevilla fueron las siguientes paradas de esta vuelta de tuerca en los directos de uno de los compositores y músicos más admirados del rock español. Tras publicar en 2010 De sombras y sueños, su sexto disco en solitario tras catorce años a bordo de 091, Lapido decidía lanzarse a recorrer nuevamente el país. Por supuesto, no lo hará solo. Junto a él estarán los habituales Raúl Bernal, Popi González y Víctor Sánchez, encargados de teclados, percusión y guitarra respectivamente. En Rock Sumergido hemos tenido la suerte de poder contar con algunas de sus impresiones poco antes de su regreso a la capital, donde estará actuando el viernes en el Teatro Lara. Esto es lo que nos contaba.


Gira por Teatros (ampliar)
¿Cómo surgió la idea de embarcarse en una gira por teatros?
Hace unos meses, cuando dimos el último concierto que teníamos programado de las presentaciones de De sombras y sueños, los músicos y yo pensamos que teníamos que seguir tocando pero ofreciendo algo distinto, ya que las ciudades a donde supuestamente íbamos a ir eran las mismas, más o menos. Se nos ocurrió retomar canciones que no tocábamos hace mucho tiempo y cambiar el formato así como los recintos donde actuaríamos, en lugar de las habituales salas de conciertos, tocaríamos en teatros. La idea básica para embarcarnos en esta gira era el cambio: de repertorio, de concepto de banda y de escenarios. 

Si no me equivoco, la formación elegida para esta gira ha sido de cuarteto, con los habituales Popi González, Víctor Sánchez y Raúl Bernal a tu lado. ¿Las canciones han encajado bien en este formato o algunas no han pasado la prueba? 
Estuvimos ensayando muchas, unas se adaptaban mejor que otras y en el set list se han quedado las que mejor funcionan. La formación es la que tú apuntas pero Popi no toca la batería convencional sino que combina algunos elementos de la batería con elementos de percusión. Y yo no toco la guitarra eléctrica sino la acústica. La sonoridad de la banda es diferente. 

Los tres músicos citados junto a Paco Solana se han convertido de un tiempo a esta parte en fijos tanto en estudio como en los directos, ¿te consideras un hombre de banda?
Yo estuve 14 años con 091, es decir, formando parte de una banda, y eso te deja huella. Cuando empecé mi carrera en solitario, aparte de otras dificultades, echaba de menos el apoyo de los demás a la hora de tomar decisiones, cosa que en una banda se suele hacer en común. Claro, estaba yo solo ¿a quién le iba a pedir ayuda? Con el tiempo, los músicos que ahora me acompañan y yo nos hemos convertido en una especie de banda. Bueno… en una especie no: en una banda propiamente dicha. En muchos aspectos ellos tienen voz y voto aunque yo conserve la última palabra. Llevan muchos años conmigo y estoy muy agradecido de que pongan al servicio de mis canciones su tiempo y su talento. 

Teatros, auditorios... Lo cierto es que son infraestructuras que incluso sobran en nuestro país, pero son también lugares en los que no se abre paso decididamente la música popular. Tras esta experiencia que estás teniendo, ¿apostarías por este tipo de espacios y los recomendarías con regularidad o quizá no sean lugares propicios para el rock?
Tienes razón al apuntar que son recintos que incluso sobran. No te puedes hacer una idea de la cantidad de teatros que hay en España. Cada pequeño pueblo tiene el suyo. Impresionantes edificios públicos levantados al calor de la explosión constructora que ha vivido este país en los últimos años. Eso, en principio, es algo positivo porque se supone que son centros culturales, pero ¿sabes lo que ocurre? Que la mayoría de ellos están infrautilizados. Se gastaron un dineral en hacerlos pero ahora no hay dinero para programación cultural. Ni obras de teatro ni conciertos ni nada. Si acaso se utilizan para las fiestas de los colegios y para las rondallas del pueblo. Es paradójico pero es así. Estaría bien que las autoridades responsables pusieran esos recintos a disposición de cualquiera que tenga algo que ofrecer en el plano artístico, ya sean bandas de rock, de jazz o de lo que sea. 

José Ignacio Lapido y su banda al completo en la sala Caracol (noviembre de 2011)
A pesar de las dificultades y de las comprensibles decepciones que debe conllevar la apuesta por una carrera musical, sumado a lo que debe costar ser honesto y no pasar por el aro, lo máximo que hemos tenido que esperar para disfrutar de nuevas canciones tuyas han sido tres años (en cuanto a tu carrera en solitario). ¿La satisfacción de componer y defender unas canciones en directo siempre se acaba imponiendo a cualquier adversidad?
Las adversidades son muchas y de variado pelaje pero hay que afrontarlas con una mezcla de estoicismo y buen humor porque si no acabas con una úlcera. Creo que la razón de seguir en esto es porque al final lo que acaba por imponerse es mi necesidad expresiva. Si no tuviera canciones con las que me siento identificado tampoco tendría necesidad de compartirlas con la gente. Eso es lo que prima, las canciones.

Es grande la incertidumbre en la que viven autores e intérpretes. Por otro lado, el panorama para quien pueda querer dedicarse al periodismo musical tampoco es nada halagüeño. ¿Qué opinión te merece actualmente este ámbito? ¿Consideras al periodismo musical necesario debido al volumen de información al que nos enfrentamos con internet? Entendiendo al periodista como posible filtro o prescriptor.
Lo considero totalmente necesario. Yo era lector de prensa musical antes de ser músico. En los años 70 leía Vibraciones, Popular 1, Star, Disco Express… Esas lecturas me ayudaron a hacerme una idea del mundillo en el que posteriormente me habría de meter. La crítica, ya sea de rock, de cine o de literatura es necesaria como filtro y como guía, pero tiene que hacerse con rigor y me temo que en España las tiradas de las revistas musicales son tan cortas que es difícil que la gente que quiera dedicarse a la crítica musical se pueda profesionalizar y por lo tanto es difícil la especialización, más allá de la mera reseña del fan o del enteradillo que tiene cuatro discos en su casa y cree que ya puede escribir críticas de discos y conciertos.

En cada lamento que se hace canción era el título del ensayo en el que Jordi Vadell desmontaba tu obra a partir de las letras. Fue un libro con una buena acogida. ¿Echas de menos más referencias de este estilo, centradas en el rock español? 
La bibliografía rock en España ha sufrido una carencia secular de títulos, ya sea de autores nacionales como de traducciones de obras americanas o inglesas. En los últimos años parece que está cambiando algo el panorama en ese aspecto. Han surgido editoriales especializadas que están publicando bastantes cosas, para mi gusto, pocas todavía. Yo soy un gran aficionado a la lectura de bibliografía de rock. Me interesan mucho las biografías y los estudios técnicos de la obra de determinados artistas, saber cómo se grabaron determinados discos, los instrumentos que se utilizaron y en qué condiciones de trabajo se hicieron. Esto había que hacerlo también con gente de aquí. Lo que ocurre es que en España se lee tan poco que no sé si habrá público suficiente para hacer rentable esto.


¿Diríais que el músico está obligado moralmente a posicionarse a través de su obra ante los tiempos difíciles como los que vivimos? ¿Se pueden "cantar canciones de amor desde la cola del paro", como supuestamente decía Johnny Rotten en el '77?
Creo que el músico no tiene obligación de nada. La creación artística debe ser totalmente libre y no sujeta a ningún condicionamiento previo. Dicho esto debo apuntar que es el individuo, a mi entender, el que debe regir la ética del músico. Cada individuo debe tomar posición ante una realidad social. Y si ese individuo es coherente consigo mismo esa posición debería reflejarse en cierta manera en su trabajo artístico. Lo que ocurre es que por razones comerciales muchos prefieren obviar la realidad social en la que se desenvuelven. Pero no vayas a creer, tampoco al público le interesa demasiado que le recuerden los problemas desde un escenario. Prefieren no saber, acomodados en su paraíso virtual. 

José Ignacio Lapido en la sala Caracol (noviembre de 2011)
A raíz de la pregunta anterior, ¿crees que en nuestro país se exige demasiado al músico? Coherencia, implicación social, ejemplaridad... ¿Puede ser una muestra más de falta de respeto ante lo que también debemos entender que es un trabajo?
No sabría decirte. Creo que en este país lo que hay es mucha falta de respeto por los creadores en general. Hay una ignorancia total sobre nuestra profesión, en qué consiste nuestro trabajo, más allá de lo que es público, y en qué condiciones hay que hacerlo. Existe ese falso mito de que los cantantes son todos millonarios que viven en Miami. La gente desconoce cuantas personas participan en la cadena de producción de un disco, no sabe cuántas horas de ensayo hay detrás de cada canción que oye en la radio… pero se permiten el gusto de decir que cobramos mucho, como el ministro de Cultura, impresentable donde los haya. Si un ministro es capaz de decir la gilipollez que ha dicho y quedarse tan pancho imagínate tú lo que nos queda por aguantar. 

A pesar de tu experiencia... A estas alturas del camino, ¿se siguen aprendiendo cosas?
Supongo que sí. También se olvidan cosas. Yo empecé a grabar discos en 1981, que es como decir que empecé en el pleistoceno. A veces, cuando voy a local de ensayo o cuando voy a dar un concierto es como si me pesaran todos esos años y me pregunto, ¿qué coño hago yo aquí a mi edad? La pregunta se responde por sí sola: es lo que me gusta hacer. Me siento afortunado de poder seguir tocando. 

Texto de Bruno Corrales
Fotografías de Pablo Cantó

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