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Paracaídas: "La línea roja entre letras y poemas es muy delgada"

 Paracaídas presentará su primer disco este viernes en el Teatro del Arte (foto: Jael Levi)
El ya de por sí ajetreado camino de cuatro amigos converge bajo la denominación de Paracaídas, nacido como nuevo campo en el que experimentar con sonoridades y líricas diferentes a las cultivadas en otros proyectos. Ellos son Miguel Bellas, Rodrigo Sancho, Pablo P. Campesino e Iñaki Jiménez, procedentes de bandas como Atención Tsunami, Incendios o Karen Koltrane, unidos bajo esta denominación desde el año 2011 y ofreciendo conciertos esporádicos hasta la presente primavera, momento en el cual se lanzaban a presentar su primer largo. Pensamiento de paz durante un ataque aéreo veía la luz en vinilo a través de Récords del Mundo, su propio sello, y tras una primera presentación en Barcelona llega el momento de la capital. Este viernes, 12 de junio, estarán actuando en el Teatro del Arte junto a Isasa. Las entradas anticipadas están a la venta a través de Ticketea. Rescatamos las palabras que nos ofrecían Miguel y Rodrigo acerca del germen y el carácter de esta joven banda.


Pensamiento de paz durante un ataque aéreo supone en primer lugar la confirmación de un nuevo proyecto en vuestra trayectoria musical, paralelamente a otros ya conocidos como Atención Tsunami o Incendios. ¿Qué serie de necesidades os llevan a plantear esta nueva formación y marcar un nuevo comienzo? ¿Cuál fue la base a partir de la cuál empezastéis a construir estas nuevas canciones? 
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Miguel: Después de casi diez años tocando siempre con las mismas cuatro personas en Atención Tsunami e Incendios quería ver qué ocurría mezclándome con otra gente. Fue entonces cuando hablé con Pablo (batería de Autumn Comets) para hacer algo juntos y concretar de una vez miles de conversaciones en Hnos. Campa. Fácil, sin comeduras de tarro, en la línea minimal de grupos que nos encantan como Low o Codeine. Pocas capas, arreglos sencillos y hacer "canciones bonitas que respiren". Los primeros ensayos fueron con acústica y batería pero, poco a poco, y sobre todo en cuanto Rodrigo e Iñaki completaron el grupo, no usar el arsenal de sintes y amplificadores que tenemos en el local se hizo imposible. Hubo que hacer algún que otro ejercicio de contención para preservar el aire y los silencios en las canciones, que creo que definen bastante de lo que se escucha en Pensamiento de paz durante un ataque aéreo.

La carga emocional es intensa desde un primer momento, en el que acompañáis a Neil Hilborn con un suave rasgueo de guitarra. Si no me equivoco, existe en Paracaídas una estrecha relación con el mundo de la poesía, territorio que no es desconocido para vosotros. Desde este punto de vista, ¿cuáles son las principales diferencias a la hora de componer?
Rodrigo: En mi caso aparecen como estados creativos muy diferenciados pero, con el tiempo, ambos territorios pueden terminar por tocarse, siguiendo derivas internas altamente imprevisibles. A nivel más técnico sí se me presentan diferencias claras de ritmo y fondo. En las canciones las palabras van creciendo sobre líneas melódicas surgidas de algún instrumento. Los poemas, en cambio, suelen aparecer alrededor de enormes cantidades de silencio.
Miguel: En en el mío, y sobre todo en Paracaídas, la línea roja entre letras y poemas es muy delgada. Con pequeñas variaciones, las letras de Apaisado y Pegamento nacieron como poemas que luego uno hace encajar en una determinada línea de guitarra. Otras veces un verso de un viejo poema es solo el punto de partida y dejo que fluyan las palabras ayudado por la guitarra y un telediario de fondo. Es verdad que, a diferencia de Rodrigo, hace ya algún tiempo que no escribo sin tener en mente una futurible canción, pero cuando escribía poesía lo solía hacer escuchando música con auriculares. Nunca en silencio.

Como reza la nota de prensa, una de las cualidades de vuestras canciones es el papel protagonista de la voz, más expuesta de lo que es habitual en vuestras otras bandas. Los silencios también juegan un papel importante, ¿os ha supuesto por lo tanto un reto complicado desde un punto de vista musical? ¿El trabajo previo para lograr alcanzar esta aparente sencillez es menor o precisamente todo lo contrario? 
Rodrigo: Pienso que puede estar relacionado con la frescura y la voluntad de no darle demasiadas vueltas a las cosas. Es por lo tanto una apuesta arriesgada, ya que deja más espacio a la improvisación o a esas apariciones provisionales de infinito que son las “primeras ideas”. Hay que jugar pues con la confianza y la fe en eso que sucede mientras no estamos nosotros presentes.
Miguel: En general pensamos que, si merece la pena, la canción tiene que funcionar tal y como llega al local el primer día, con guitarra y voz o piano y voz. De esta manera lo que intentamos es sumar pero nunca pervertir el espíritu original. Aquí pocas veces se produce una metamorfosis en la que es difícil reconocer el resultado final respecto de la idea de partida. Es más bien como perfilar un cuadro que llega casi terminado. Puede parecer que entonces los arreglos no tienen tanta importancia pero pienso que es todo lo contrario.



Habláis de “robo” al referiros a la inclusión del poema que abre el disco o al corte de voz de Florence Delay en Sans Soleil, así como al propio título del disco, prestado de Virginia Wolf. Más allá de la conveniente cita a los autores teniendo en cuenta esta literalidad, ¿todo ello forma parte de una concepción de collage sonoro? Instrumentos para la creación de paisajes, ambientaciones, etc. 
Rodrigo: No hay un plan preconcebido respecto a las referencias. Tenemos muchas y muy dispares, y el azar y la memoria siguen caminos inescrutables. No nos ponemos trabas en este aspecto, nos basta con que encaje de algún modo y a todos nos parezca bien.
Miguel: Sabemos que no estamos más que repitiendo fórmulas usadas mil y una veces, en el post rock por ejemplo, de manera que lo importante es encontrar piezas que encajen, que nos digan algo y que ese collage sonoro como dices nos satisfaga.



Cabe destacar vuestra manera de enfrentaros al mundo de la música, formalizando un sello o colectivo como Records del Mundo, que si no me equivoco acoge vuestra producción musical y literaria. ¿Estáis satisfechos con lo logrado hasta ahora? ¿La idea es que siga siendo vuestro refugio y base de operaciones en futuro? 
Miguel: A día de hoy Récords del Mundo es solamente un sello discográfico y nuestra manera de agrupar el trabajo que dan los tres proyectos. Pero sí es verdad que un día sí y otro también le tiramos todos los trastos a Rodrigo para que acepte la fusión con Ediciones Ochoacostado para completar nuestro plan maestro de dominación mundial. El proyecto es de futuro y no podemos estar más satisfechos de los últimos 365 dias, ¡pero quien sabe!

Publicáis vuestro trabajo en vinilo de 10''. El regreso de este formato no es ya tan sorpresivo, pero sí dice mucho de las bandas y seguidores que, en tiempos infinitamente menos boyantes que antaño, se agarran a una manera digna de hacer las cosas, sin nada que perder. ¿Cuál está siendo vuestra experiencia al respecto? El hecho de compatibilizar trabajos y oficios con los que sustentar vuestra carrera. 
Rodrigo: Creo que hay una ética de hacer las cosas con lo que se tiene o, al menos, de que las limitaciones impuestas por lo que parecían hace unos años los únicos canales de producción no sean tales. Sobre todo es más lógico y sostenible en un sentido amplio del término. Sobre la compatibilización y el sustento; menos horas de sueño y más telarañas en los bolsillos. 


Texto de Bruno Corrales
[versión extendida de la entrevista publicada en Mondo Sonoro ed. Madrid #226]

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